La mirada de los especialistas

El temor a conducir

Es sorprendente el número de personas que sienten un gran miedo a conducir, aún en casos en que disponen de la correspondiente licencia, otorgada por las autoridades correspondientes. Es lógico sentir algún nivel de responsabilidad cuando se conduce un vehículo por la vía pública: se está manipulando un objeto de alrededor de mil kilogramos de masa, a una velocidad de, por ejemplo, 11 metros por segundo (a 40 kilómetros por hora), en un entorno en el que cohabitan transeúntes, ciclistas, repartidores, camiones, ómnibus, etc., los cuales muchas veces no respetan las mínimas reglas de convivencia. No sentir responsabilidad alguna sería directamente criminal. 

Martin Giesenow

Doctor en Economía

Presidente de la Fundación Aprender
www.fundacionaprender.org.ar

Es sorprendente el número de personas que sienten un gran miedo a conducir, aún en casos en que disponen de la correspondiente licencia, otorgada por las autoridades correspondientes.

Es lógico sentir algún nivel de responsabilidad cuando se conduce un vehículo por la vía pública: se está manipulando un objeto de alrededor de mil kilogramos de masa, a una velocidad de, por ejemplo, 11 metros por segundo (a 40 kilómetros por hora), en un entorno en el que cohabitan transeúntes, ciclistas, repartidores, camiones, ómnibus, etc., los cuales muchas veces no respetan las mínimas reglas de convivencia. No sentir responsabilidad alguna sería directamente criminal. 

Pero cuando ese sentimiento llega a inhibir o limitar nuestra voluntad de manejar, se suele expresar con el término amaxofobia, proveniente del griego “amaxos” (carruaje) y “fobos” (temor).

Muchas circunstancias pueden influir para que una persona sienta temor a conducir: haber participado o presenciado un siniestro vial, la pérdida de seres queridos en un hecho de tal naturaleza, un exceso de responsabilidad por las personas que se transportan, etc.

Cuando se indaga el tema en mayor profundidad se advierte que el temor a conducir está más presente en las personas de sexo femenino y esto también se entrecruza con pautas culturales. En nuestra sociedad existe en buena medida el prejuicio de que el hombre es más apto para los temas mecánicos. Y también el concepto tradicional de que el hombre es quien provee los medios económicos para adquirir y mantener el vehículo familiar. Esta realidad está cambiando más rápidamente en la práctica de lo que lo hace en la percepción social. 

El miedo a conducir puede manifestarse en diversos grados, desde la inhibición total a hacerlo hasta sólo aparecer en determinadas circunstancias: por ejemplo, ante complicaciones climáticas, o en presencia de mucho tránsito o en vías rápidas. Un aspecto negativo es que puede limitar la capacidad de reacción ante un hecho que requiera una respuesta veloz y decidida. 

La buena noticia es que en la amplia mayoría de los casos esta fobia puede ser tratada de manera gradual por especialistas, para eliminarla o reducirla de manera significativa, de modo que la experiencia de conducir un vehículo se torne no sólo útil sino también agradable.

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